viernes, marzo 17, 2006

¿Cómo comunicarme contigo?

Qué palabras, qué brillo de la mirada, qué elocuencia de las manos, qué desborde de mi piel te hará manifiesto lo que soy, te invitará a confidenciarnos lo que hubiese y hubiésemos querido ser: cómo, si la confesión se nubla en los ojos, si las manos casi de suyo se crispan, y el cuerpo no danza, y la palabra es un don aciago. Ilusión, entonces.

Pues los mensajes recorren sendas sinuosas y jamás dan con el destinatario preciso en el instante preciso. Todo lo que proferimos es incierto y los sentidos, como niños malcriados, desordenadamente juegan a la sombra de las palabras. Y parece que sólo por el malentendido nos mantenemos en vilo. Y sin embargo, cada temblor de mi voz y de mi cuerpo, incluso el que se disimula en estos trazos que parecen firmes, me acusa y me delata: promulga, a pesar de mí y de ti, un secreto, que es el secreto de toda comunicación: el misterio de la existencia compartida, el secreto de estar en común.


Pablo Oyarzun Robles, Filósofo, Decano Facultad de Artes, Universidad de Chile

martes, marzo 07, 2006

La mística en la U... (artículo para revista El Hoyo)

Amiga Mechona, Amigo Mechón…

Si tienes esto en tus manos, vale la pena que te enteres que eres un ser privilegiado… tienes el primer número de un invento raro llamado El Hoyo, y como primera edición cuasimensual, ten por seguro que se convertirá en un objeto de colección. O eso esperamos…
En estos pocos días que algunos de ustedes llevan en FACEA (ENU o FEYN, da lo mismo casi), lo mas probable es que te hayas dado cuenta que nuestra facultad no es como la mayoría de las otras facultades de la U. Es casi un mundo aparte, distinto. La estructura no se esta cayendo a pedazos, los baños son limpios y hay papel siempre; el pasto no es amarillo, hay “cajeros” para revisar tu horario, etc.

Pero también se hecha de menos otras cosas que si deberían estar presentes en un ambiente de Universidad, o que en lo personal me esperaba encontrar cuando yo fui mechón: a FACEA le falta mística. Una gran mayoría de los viejos concordará conmigo que son muy pocos los grupos de compañeros que se reúnen fuera del horario de la universidad, a hacer algo mas que estudiar para el control/solemne/examen más cercano. Salvo casos muy excepcionales, como un partido de tacataca, un rato en el Ágora de Diseño o un momento de sana elongación testicular en la Pollak; hay un buen grupo de estudiantes que al terminar las clases simplemente se van a su casa, perdiéndose una de las buenas cosas que si tiene la U… la diversidad que reside en las personas que en ella estudian. Muchos se quedan con la mirada simplista que sus condiscípulos son buenos para tal o cuál cátedra, sin descubrir que tras de un ser que tiene cierta facilidad para el estudio, hay un ser ávido de ser descubierto mas allá de las calificaciones. Nos deslumbramos o decepcionados de las primeras impresiones, sin en el tiempo observar mas allá de la primera mirada a aquella persona.

¿Y quiénes dan la mística a la Universidad? A mi parecer esta mística comienza a surgir cuando logras descubrir quienes están en tu grupo de compañeros. Venir a estudiar a un lugar donde no tengas a nadie con quien compartir una idea, debatir una opinión o ir carretear, es desmotivante. Todo el espíritu Universitario nace de la experiencia de hacer amigos, mas allá que sean quienes compartan tus ramos, tus posición política o tu religión. Tendrán la gran oportunidad de conocer a muchísima gente, de muchos módulos y años distintos. Aprovechen esa oportunidad que es única. Vayan a los carretes que los inviten, dense el tiempo de conocer a quienes compartirán con ustedes una buena cantidad de años. No hay nada mejor que llegar a un lugar, y sentir que es bienvenido allí, sobre todo si están allí sus amigos.

Dedicado al grupúsculo…